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03 mayo 2023

Conducir seguro con malas condiciones en carretera

  1. Conducir con baja visibilidad
  2. Cómo conducir con lluvia
  3. Conducir con seguridad cuando sople viento fuerte
  4. El peligro de conducir con hojas en la carretera

Para conducir con seguridad no solo basta prestar atención a la carretera y ser responsable al volante, respetando las normas de seguridad. También hay que tener en consideración las condiciones climáticas de la zona por la conducimos o el tiempo que hace en una determinada época del año.

En el siguiente artículo explicamos los peligros de conducir con malas condiciones en la carretera, prestando especial atención a tres factores que comprometen de manera importante la seguridad al volante, como son la falta de visibilidad, la lluvia y el viento fuerte.

Así, los conductores podrán encontrar consejos para reaccionar ante determinados escenarios, como si el coche hace aquaplaning, para salir airosos ante un incidente de este tipo en carretera. Así mismo, desde CARFAX ofrecemos consejos de mantenimiento y revisiones para llevar el coche siempre a punto y reducir al máximo el riesgo de sufrir accidentes en carretera por unas malas condiciones climáticas.

Antes de empezar y detallar cada situación particular, revisamos los consejos generales que da la DGT para viajar en carretera con malas condiciones, en las que la prudencia será nuestra mejor aliada.

  • Planificar siempre la ruta y atender a las actualizaciones de tráfico.

  • Evitar los tramos de carretera que estén señalizados como peligrosos por condiciones adversas por la DGT.

  • Preparar el coche antes de viajar y revisar que toda la mecánica, incluidos los neumáticos, estén en perfecto estado.

  • Reducir la velocidad cuando las cosas se compliquen.

  • Aumentar la distancia de seguridad para evitar colisiones por alcance.

  • Revisar cómo actuar en cada caso según el tipo de dificultad que nos encontremos (lluvia, nieve, niebla…).

  • Descansar cada dos horas de conducción y evitar salir cansados de viaje.

  • Aunque conozcamos la ruta o sea un trayecto cotidiano por el que circulemos, no bajar nunca la guardia.

  • Y, por supuesto, nunca coger el coche bajo los efectos del alcohol y de las drogas.

Conducir con baja visibilidad

Cuando se conduce en condiciones de baja visibilidad, la capacidad visual del conductor se reduce hasta un 30% y la agudeza visual se reduce en un 70%, según el Colegio Oficial de Ópticos-Optometristas de Andalucía, lo que aumenta la probabilidad de sufrir un accidente de tráfico. Lo mismo ocurre cuando hay niebla en la carretera o condiciones similares, como polvo en el ambiente.

Revisar el coche y comprobar que el sistema de alumbrado funciona y que los neumáticos están en buenas condiciones será un paso imprescindible antes de salir de viaje. Es igualmente aconsejable conducir con calma, adaptando la velocidad y la distancia de seguridad según nos lo exija el contexto.

Conducir de noche

La conducción nocturna aumenta el riesgo de sufrir un accidente, más aún si se sufren problemas de visión. Por ejemplo, tener astigmatismo y conducir de noche puede obligarnos a forzar la vista y a no distinguir bien las figuras en la carretera ante la falta de luz. Lo mismo sucede con la vista cansada, que además puede provocar somnolencia.

Las luces para conducir de noche más adecuadas son las cortas, sobre todo si vienen vehículos de frente. En tramos especialmente oscuros y si no viene nadie en dirección contraria, se podrán activar las luces largas, aunque habrá que tener cuidado de no deslumbrar a nadie.

Otro problema de conducir en horario nocturno es el sueño. Si no tenemos el organismo habituado a ese horario, no es recomendable conducir de noche para evitar el cansancio: nuestro cuerpo sentirá la fatiga acumulada de todo el día y podríamos adormilarnos al volante. Algunos síntomas para detectar el cansancio al volante son: somnolencia, dolor de cabeza, cuello, espalda o piernas; picor de ojos o parpadeo, cambio continuo de posición, sensación de tener mucho calor, sed o sudor en las manos…

Los consejos de la DGT para conducir por la noche son, principalmente, reducir la velocidad y extremar las precauciones. Asimismo, es recomendable para cada al menos dos horas y estar atento a estos síntomas de fatiga señalados en el párrafo anterior. También se puede ventilar el vehículo, dirigiendo la salida de aire hacia el cuerpo y brazos, nunca a los ojos; y escuchar la radio o música.

Conducir con niebla

El principal problema de conducir con niebla es que esta afecta enormemente a la visibilidad al volante. Hay tres consejos para conducir con niebla: usar las luces adecuadas, reducir la velocidad y aumentar la distancia de seguridad con los vehículos que nos preceden.

El sistema de alumbrado del coche, en estos casos, será nuestro mejor aliado siempre que sepamos qué luces poner cuando hay niebla. Con niebla baja y poco espesa habrá que encender las luces antiniebla delanteras, al igual que con lluvia fuerte o nieve. En el caso de niebla muy espesa, habrá que activar también las luces antiniebla traseras. Eso sí, no se puede encender la luz de largo alcance cuando hay niebla, sea de día o de noche: el haz de luz rebotará en las gotas de agua en suspensión, impidiéndonos ver más aún si cabe.

Deslumbramientos al atardecer

Los deslumbramientos al volante pueden ser causa de accidente de tráfico y de colisiones, frontales o por alcance, en carretera. Para reducir el riesgo, es importante saber conducir cuando pega fuerte el sol o cuando justo queda en nuestra línea de visión.

Para evitar que el sol nos deslumbre hay que llevar las gafas de sol adecuadas (mejor polarizadas y con cristales de color azulado) y usar correctamente los parasoles interiores del vehículo. Igualmente, llevar los cristales limpios impide que las manchas, a contraluz, produzcan un efecto que multiplique el deslumbramiento. Obviamente, en el momento en el que vemos que nuestra visibilidad se ve comprometida, deberíamos adecuar la velocidad, por lo que es importante levantar el pie del acelerador al conducir con sol bajo o de frente.

Cómo conducir con lluvia

La lluvia es otro de los factores que más merma la seguridad vial, ya que reduce la adherencia de los neumáticos al asfalto y también afecta a la visibilidad del conductor. Entre los consejos para conducir con lluvia más repetidos, el RACE recuerda que hay que prestar especial atención a la pintura de las señales en el asfalto, ya que puede volverse más resbaladiza cuando llueve y hacer patinar los neumáticos, especialmente los de las motos. Del mismo modo habrá que estar alerta en el momento en el que empiezan a caer las primeras gotas de agua, cuando más peligroso es conducir con lluvia, puesto que estas se mezclan con el barro y la suciedad y crear una capa deslizante en la carretera.

Aquaplaning

Entre los aspectos que se deben tener en cuenta si se tiene que conducir lluvia, está el temido efecto aquaplaning, que puede provocar graves accidentes de tráfico.

¿Qué es el aquaplaning? El efecto aquaplaning se produce cuando los neumáticos no consiguen evacuar el agua acumulada en el terreno y pierden, durante unos segundos, el agarre con la carretera, tal y como lo explica la DGT. Es decir, el significado del aquaplaning, según la RAE, es un desplazamiento incontrolado de un vehículo que se produce cuando las ruedas no se adhieren al asfalto a causa de una película de agua que cubre el suelo. A este efecto también se le conoce como hidroplaneo.

¿Por qué se produce el aquaplaning?

El mero hecho de que llueva no es la única causa que produce el aquaplaning. De hecho, existen varios motivos que provocan el efecto hidroplaneo, según el RACE.

  • Cuando hay un exceso de acumulación de agua en la carretera y se forman balsas.

  • Cuando el agua se combina con aceite, suciedad y sal.

  • Por ir a alta velocidad con el asfalto mojado, ya que a altas velocidades el neumático no consigue evacuar el agua acumulada a tiempo.

  • Una mala conservación del pavimento que impide un drenaje eficiente del agua acumulada.

  • Un mal diseño del dibujo del neumático.

  • La poca profundidad del dibujo del neumático. Lo aconsejable es que esté por encima de los 2 milímetros.

  • Una presión del neumático inadecuada, por exceso o por falta de aire.

  • Por el peso del vehículo, existiendo más riesgo cuanto más ligero sea.

Ahora que sabemos por qué se produce el aquaplaning, es importante saber cómo reaccionar con seguridad en caso de que nuestro coche patine en una carretera mojada.

Cómo actuar en caso de aquaplaning y evitarlo

En el caso de que notemos que nuestro coche comienza a hacer aquaplaning, la DGT da tres consejos muy claros sobre cómo actuar. Si mantenemos la clara y recordamos estos tres pasos, sabremos qué hacer en caso de aquaplaning y evitaremos un accidente o susto mayor.

  1. El primero es sujetar el volante con firmeza, pero sin dar volantazos ni intentar redirigir el coche. Simplemente hay que tratar de que mantenga la trayectoria y no se desvíe.

  2. Hay que levantar el pie del acelerador pero no tratar de frenar, simplemente dejar que el coche se deslice.

  3. Una vez que hemos salido del charco, suavemente recuperaremos la trayectoria y la velocidad.

El momento más probable en el que el vehículo puede sufrir este fenómeno es cuando llueve y el mejor consejo es levantar el pie del acelerador: el aquaplaning y la velocidad van de la mano. Pero esta no es la única recomendación para evitar el aquaplaning.

Los neumáticos, que siempre están en contacto con el asfalto, son nuestro mejor aliado para evitar hidroplanear con el vehículo. Así, tendremos que llevarnos siempre en perfectas condiciones, con una profundidad de dibujo superior a los 2 milímetros y sin defectos o abolladuras graves.

El último indicado sobre qué puedes hacer para evitar el aquaplaning es conducir mirando varios metros por delante del vehículo, no justo delante del capó. Así, se podrá advertir balsas de agua acumuladas en la carretera con el tiempo suficiente para sortearlas sin dar volantazos y no pasar por encima de ellas, reduciendo los riesgos.

Conducir con seguridad cuando sople viento fuerte

El viento fuerte es el tercer factor que nos puede poner en riesgo cuando estamos en carretera. La velocidad del viento puede ser peligrosa para conducir, ya que las ráfagas de aire pueden zarandear nuestro vehículo y hacernos perder el control momentáneamente, algo que a altas velocidades puede acabar en accidente. Hay dos grandes consejos a seguir en caso de que nos toque conducir con mucho viento:

  • Lo primero es sujetar el volante con ambas manos y con firmeza, sin realizar movimientos bruscos o giros.

  • Siempre contra la dirección del viento. Por inercia, el vehículo se moverá en la dirección del viento, por lo que habrá que mantener una presión suave en contra.

Aunque no es aconsejable, siguiendo estos consejos se puede conducir con viento fuerte. Pese a ello, lo mejor es informarse a través de los boletines de tráfico y evitar coger el coche cuando sople mucho viento.

El peligro de conducir con hojas en la carretera

Finalmente, hablamos de un riesgo añadido que es muy estacional: las hojas en la carretera. Durante el otoño, los árboles empiezan a perder las hojas y estas acaban irremediablemente esparcidas por el asfalto, sobre todo en las zonas de montaña más apartadas de los núcleos urbanos. Y, aunque no lo parezca, conducir con hojas en la carretera es muy peligroso ya que, si además están mojadas, puede hacernos perder agarre en el asfalto, más allá de esconder desperfectos en la carretera que incluso nos hagan pinchar una rueda.

Si nos encontramos con una acumulación de hojas en la carretera, hay que evitar la zona e intentar sortearla, siempre sin invadir el carril contrario ni volantear. Lo más aconsejable es reducir la velocidad y no frenar bruscamente. En caso de que no podamos evitar pasar por encima de las hojas, mejor hacerlo a velocidad moderada y constante, sin cambios bruscos en el volante.


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